Las bebidas
alcohólicas están presentes en la sociedad actual. Las representaciones
sociales en torno a ellas son diversas, muchos asocian su consumo a los
festejos y a momentos de placer y realización. El mundo del deporte no está exento de ello.
¿Cuántos han ido a festejar las victorias con “cerveza y pizza“ o menús
parecidos? ¿O previo a esto, destapado una cerveza o vino en el vestuario o en
el gazebo del running team?
Muchas de las personas que realizan actividad física consumen
alcohol luego de alcanzar objetivos como recompensa de la victoria, muchas
veces llegando hasta el estado de ebriedad. Según encuestas, su consumo es más
frecuente en hombres y en quienes realizan deportes grupales. Su efecto tóxico
para el hígado está demostrado, pero al ser un tipo de droga legal muchos
deportistas no la consideran dañina. Por lo tanto, ¿qué pasa si tomamos esa bebida en el vestuario?, ¿o si salimos a
festejar y tenemos un consumo elevado?
El alcohol es una sustancia
psicoactiva que tiene efectos sobre el sistema nervioso central y en la mayoría
de los órganos del cuerpo. A su vez, en algunas personas puede generar
dependencia. Actualmente se clasifica el consumo como “regular de riesgo” cuando es mayor a 2 tragos promedio por día en
hombres y mayor a 1 en mujeres (un trago equivale a 15 gramos de alcohol, por
ejemplo, contenidos en 1 copa de vino o 1 lata de cerveza o 1 medida de bebida
fuerte) y como “consumo episódico
excesivo” cuando los individuos consumen más de 5 tragos por vez. Ambos
tipos de consumo aumentan el riesgo de alteraciones negativas en la salud
física y mental para toda la población y están ligados a alteraciones en la
conducta, accidentes y muerte.
Es basta la información sobre lo
dañino del alcohol en la población general, lo cual hace que su consumo sea
desaconsejado y si se consume se haga responsablemente, siendo hasta 2 tragos
en hombres y 1 en mujeres que no conducen vehículos.
¿Y qué pasa en deportistas? Además de todo lo mencionado, como
el alcohol es una sustancia que estimula la producción de orina, es lógico
pensar que, si se consume en reemplazo del agua previo al entrenamiento,
afectará el estado de hidratación del individuo. Por otro lado, la mayor información
con la que se cuenta hasta la actualidad señala que hay un efecto negativo en
la recuperación y adaptación posterior al ejercicio, ya que el consumo de
alcohol en este periodo afecta la respuesta anabólica del músculo, es decir la
síntesis proteica. A su vez, se ha observado en atletas hombres que ingestas
agudas elevadas de alcohol disminuyen la producción de testosterona lo cual
puede causar ginecomastia (aumento patológico del tamaño de una o ambas
glándulas mamarias), atrofia testicular y también comprometer la síntesis proteica
muscular. En relación a otros efectos,
la información no es del todo concluyente ya que no todos los estudios fueron
realizados de la misma forma. Sin embargo, con lo que se sabe actualmente, no
puede negarse el efecto negativo del alcohol.
Es por eso que desde Equipo Nutricional se sostiene que los
deportistas, al igual que la población general, deben abstenerse del consumo
del alcohol y que en caso de consumirlo deben hacerlo en forma responsable.
Dentro de este consumo responsable, en el momento post ejercicio no debe
reemplazar a la bebida de rehidratación ni a los alimentos y al ser su efecto
dosis-dependiente, el consumo debe ser mínimo. A su vez, si al día siguiente se
realiza ejercicio, no se recomienda su ingesta por su efecto negativo en la hidratación y en la síntesis de proteínas que
comprometerá el rendimiento.
No todos los momentos de festejo y
realización deben estar ligados al consumo de alcohol. Se trata de una
construcción social que puede comenzar a deconstruirse. ¡Sólo hay que
intentarlo!
Por.
M. Florencia Armani
Nutricionista
de Staff de Equipo Nutricional
Lic.
en Nutrición - M.N 6651
“NUTRICION ADECUADA A VOS”
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